que llega a mi balcón
me hace bufón.
La ciudad... ¡oh muz!:
Que arde a los ritmos del
son
me hostiga.
No puede ser mi amiga,
aunque para todos es un don.
Y quisiera ocultarla
en mi frenesí;
no puedo rechazarla.
Ella es la beldad,
es mi gran ciudad.
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