Se
le apodaba “Tuerto López” no porque tenía un ojo como tal, sino porque era
bizco; o “El Poeta de los Zapatos Viejos”, por el monumento a esta necesaria
prenda en su natal Cartagena de Indias. Su nombre bastante largo, que si lo
fuéramos a llamar por el, nos enredaríamos: Luis Carlos Bernabé del Monte
Carmelo López Escauriaza. Preferible “Tuerto López”. Su padre, Bernardo López
Besada Notario Público y comerciante y su madre, María de la Concepción
Escauriaza Iriarte, ama de casa; sus padres eran inmigrantes Españoles; esta
pareja procreo doce (12) hijos.
Luis
Carlos, nació y murió en Cartagena de Indias (la historia nos dice que en el
año 1879 ó 1880 ó 1883) para nuestro caso tomaremos el 11 de junio de
1879 para el nacimiento y 30 de octubre de 1950 para su muerte. Cataba permanentemente
el trago de anís de coco, y siempre mantenía un cigarrillo en su boca ensartado
en una boquilla. Cuando se menciona “Tuerto López”, quien le conocía, traía a
su mente el monumento de los zapatos viejos, y por consiguiente, el poema: Noble rincón de mis abuelos: nada/ como evocar, cruzando
callejuelas/, los tiempos de la cruz y la espada/, del ahumado candil a la
pajuela…// … // Más hoy, plena de rancio desaliño/, bien puedes inspirar ese
cariño/ que uno le tiene a sus zapatos viejos…
Fue
escritor, poeta, periodista, político y diplomático, ¡y eso que su mirada era
de soslayo! Perteneció a la generación centenarista del post modernismo
Hispanoamericano, al igual que, José Eustacio Rivera, Eduardo Castillo,
Leopoldo de la Rosa y Porfirio Barba Jacob.
“El
poeta de los zapatos viejos” se educó en el colegio de La Esperanza; en el
colegio de Araujo; en la universidad de Cartagena; cursó dibujos en la Escuela
Superior de Bellas Artes. Inició Medicina y la suspendió por ser arrestado por
el ejército Conservador durante la guerra civil colombiana de los mil días
(1899 a 1902) por intentar unirse a las guerrillas liberales de Rafael Uribe
Uribe.
En
1909 trabajó en el negocio de su padre, y a la muerte de éste, se hizo cargo en
compañía de sus hermanos; por malas decisiones, tuvo que recurrir a la
administración pública y a la política. De ahí nace la diplomacia, haciéndose
cónsul de Colombia en Múnich Alemania año 1928, siendo presidente de la
república, el conservador Miguel Abadía Méndez; a su regreso en 1930 se encargó
de la Imprenta Departamental de Bolívar y de la biblioteca Fernández Madrid de
Cartagena. Entre 1937 y 1944, fue Cónsul en Baltimore, Estados Unidos.
Dirigió
la revista literaria La Juventud en donde aparecieron sus primeros poemas; en
1915, funda el periódico La Unión Comercial en compañía de dos de sus hermanos,
cerrado un año posterior. Colaboró con las revistas literarias “Rojo y Azul” y
“Líneas” y participó como columnista del periódico La Patria, y miembro activo
de la tertulia El Bodegón.
Muchos
críticos han considerado su poesía como antimodernista, postmodernista,
antipoética o pre vanguardista; pero el poeta Chileno Vicente Huidobro decía: “Luis Carlos López hacía brotar la poesía de donde uno
menos lo podía esperar”. Era poesía de ironía de parodia, que daba como la
impresión de tendencias emocionales; esto permitió que lo consideraran el
fundador del terrorismo poético, expresión muy poco ortodoxa, y al modo de ver
de cántico primaveral, despectivo. También se le consideró el precursor de la
escuela humorística y sarcástica del verbo en el país. Pero algo bueno tenía
que ocurrir Germán Espinosa lo catalogó como el maestro del retrato psicológico
en Colombia, y el autor de por una Historia de la Literatura Colombiana, padre
Jesuita José Ortega Torres, lo consideró el maestro de la caricatura poética.
Aun siendo considerado el Pre cursor del post modernismo, fue desconocido por
la crítica colombiana.
El
Español Antonio de Valbuena, manifestó de su obra: “… Impropio de los
seres civilizados”, por
eso fue subvalorada su obra en Colombia.
A
su muerte, como siempre suele ocurrir, las críticas a la obra fueron positivas,
tildándole de originalidad.
Entre
sus publicaciones podemos citar los siguientes libros: De mi Villorrio; Hongos
de la Riba; Posturas difíciles; Por el Atajo con prólogo de Baldomero Sanín
Cano; Varios y Varios; etc. y aparece en muchas antologías publicadas a través
del tiempo.
Y
ERES TRAIDORA
Nadie
ni remotamente se imagina
tu
matinal rubor, ese rubor
disuelto
en pinceladas de anilina,
producto
de farmacia y tocador.
Deleitas
el olfato con tu fina fragancia,
noble
y arrogante flor de papiro.
Sutil
treta supina
de
gitano prestidigitador.
Pesar
que asoma en ti,
pesar
que vuela lejos,
con
la jocunda francachela
de
su risa de hueco cascabel.
Y
aunque finges reír
con
el que llora penas del corazón,
eres
traidora
como
la cerradura de un hotel.
A
MI CIUDAD NATIVA
Este es el poema de
los zapatos viejos
Noble
rincón de mis abuelos: Nada
como
evocar, cruzando callejuelas,
los
tiempos de la cruz y de la espada,
del
ahumado candil y las pajuelas…
Pues
ya paso, ciudad amurallada,
tu
edad de folletín… Las carabelas
se
fueron para siempre de tu rada…
¡Ya
no viene el aceite en botijuelas!
Fuiste
heroica en los años coloniales,
cuando
tus hijos, águilas caudales,
no
eran una caterva de vencejos.
Más
hoy, plena de rancio desaliño,
bien
puedes inspirar ese cariño
que
uno le tiene a los zapatos viejos.
SE
MURIÓ CASIMIRO
Se
murió Casimiro el campanero
de
la iglesia rural. Y esta mañana
lo
llevaron al último agujero
con
tres o cuatro dobles de campana…
Se
lo llevaron bajo un aguacero
definitivamente.
Y quedó Juana
su
sobrina, sin sol y sin alero,
¡y
tan hermosa como casquivana!
… ¡Y
quién podrá decir que Casimiro
mo apuró
sorbo a sorbo, en un suspiro
y otro
suspiro, un cáliz de amargura,
conociendo
la lengua viperina
de la
devotas! ¡Conociendo al cura!
¡Y
conociendo tanto a su sobrina!
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