¿Y cómo no poder amarle de corazón,Comando
y cómo no sentirle en el fondo del alma;
y cómo no tararearle una cívica canción
a quienes enseñaron actuación con calma?
Sí tan sólo fuera una de sus fuerzas,
pero todas, cual unidad, estaban
adjuntas:
policía, naval, ejército... baterías
alferzas[1]
practicaron con brío, las fuerzas
conjuntas
demoledor engranaje hacia su objetivo:
horadar[2]
a los bandidos alzados en armas,
sisarle[3]
patrimonio humano a aquel fugitivo
desraizado de ciudades y ocultado en
garmas[4].
Iban por la antepenúltima corona del
rey,De corazón
lo más granado y espigado por ellos
retenidos.
Los comandos encubiertos degustaban
monterrey[5]
oteándoles vigilar su botín selecto, entretenidos.
¡Vaya! perspicaz osadía inverosímil
con denodado, puesto a prueba, el valor.
La historia sin sangre no cursa un símil
¡Oh comandos conjuntos, este es el
honor!
(Derecho de autor del
recital poético Suave Silencio: 10-722-283 de 07/06/2018)
Elkin de Jesús Uribe Carvajal
Medellín, 6 de julio de 2008
[1] f. ant. Figura del ajedrez que originariamente ocupaba junto al rey el
lugar que hoy tiene la reina, con los mismos movimientos que esta.
[2] tr. Agujerear algo atravesándolo de parte a parte.
[3] tr. Acortar o rebajar las medidas de los comestibles en proporción al
impuesto de la sisa (f. Parte que se defrauda o se hurta).
[4] f. Cantb. maleza (? espesura).
[5] m. Especie de pastel como el fajardo, de forma abarquillada.
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