Sus padres fueron Eduardo Castro Jaramillo, militar; y María
Saavedra Rengifo, tolimense. Yo, Elkin de Jesús Uribe Carvajal, trato de
acometer la poesía; es que ante un maestro de esta clase, los versos se quedan
mudos. Aunque he buscado su hogar primigenio, no he encontrado la cantidad de
hermanos que tuvo; solamente sus hijos. Me parece que el hogar primigenio del
poeta debería ser tenido en cuenta, antes que el de su esposa y sus propios
hijos, porque del ancestro es de donde se sabe la raíz poética que Carlos pudo
haber heredado. Sí alguno que lea esta blog, conoce en dónde se encuentra estos
datos, favor escribir a euribecarvajal@gmail.com,
se lo agradeceré de corazón. Merece que, de un maestro literario de esta
alcurnia, el mundo literario conozca su ancestro u hogar del cual salió tan
prestigiosa pluma. Paz en la tumba de él, sus padres y hermanos.
Estudió
en el colegio San Ignacio de Loyola, luego en el liceo de la Universidad de
Antioquia, en el colegio de la Paz en Envigado. En 1946 publicó “Fusiles y
luceros”, siendo designado en ese año Secretario de la Alcaldía en Medellín.
En
1947 contrajo enlace con Inés Agudelo Restrepo, que fue la madre de sus seis
(6) hijos. Parece que estos, han creado una fundación, en donde se muestra la
calidad de su poesía.
Cuando
se tiene el privilegio, aunque sea después de la muerte, de ser considerado uno
de los grandes poetas del país Colombia y de cantar a la paz sin importar la
época, es un ser tan importante, al que se le ha concedido aquel fuero.
La poesía es como un huracán, que arrasa con lo que está a
su lado; y la poesía de Carlos Castro Saavedra, lo era.
Hablaba de los privilegios: veamos algunos:
Alfonso López Michelsen le dijo: “Vea Carlos escoja la
embajada que usted quiera”.
Fue prodigioso para tener grandes amigos como Manuel Mejía,
Fernando González, Pedro Nel Gómez, y cuántos más, para fundar una Casa de la
Cultura con el fin de instar al público a la lectura, a la investigación, al
conocimiento de tantos que como él, participaron activamente de las letras de
esta nación.
Cantarle al caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán:
“Yo lo vi al lado de los hombres,
codo a codo al pie del pueblo.
En los motines, en las fábricas,
en los ferrocarriles, en las huelgas.
Su verbo de alas duras
se batía en el cielo con las piedras”...
Y escribo de privilegio, porque de él dijeron dos Premios
Nobeles: El primero, el Chileno Pablo Neruda, quién prologó uno de sus libros
exclamando: “pienso que la poesía
colombiana despierta de un letargo adorable pero mortal. Este despertar es como
un escalofrío y se llama Carlos Castro Saavedra”. El otro, nuestro Premio
Nobel de Literatura, cuando era periodista, Gabriel García Márquez en la Jirafa
del diario El Heraldo de Barranquilla, era el año 1949 y nacía a la luz
pública: 33 poemas: “… Es uno de los buenos
libros de poesía que han aparecido en Colombia desde el instante en que se
inició nuestra historia literaria… Su fuerza, su vitalidad, no está simplemente
en las palabras, sino en la destreza con que ajusta esas mismas palabras a su
punto de vista humano, a su rebelde posición de hombre golpeado por las
corrientes naturales…”
Otro que fue candidato a la presidencia de Colombia, Carlos
Gaviria Díaz, cuando hacía política recorriendo los pueblos, lo mencionó en
muchos de los discursos, los 4 primeros versos de su poesía CAMINO DE LA
PATRIA: Que son 16 estrofas pareadas; quiere decir eso, que es un poema que
contiene 16 estrofas de 2 versos cada una en endecasílabos (11 sílabas) siguiendo
las leyes de La poética y con rima completa o lo que se llama rima consonante:
“Cuando se pueda andar por las aldeas
y los pueblos sin ángel de la guarda.
Cuando sean más claros los caminos
y brillen más las vidas que las armas.
…………………………………………. Avanzaré a las 2 últimas estrofas: …………
Cuando el amor sacuda las cadenas
y le nazcan dos alas en la espalda.
Solo en aquella hora podrá
el hombre decir que tiene patria”.
Ahora, tener el privilegio también de que un rector de una
prestigiosa universidad nuestra, Juan Luis Mejía Arango, prologue un libro
llamado EL CAMINO DE LA PATRIA – Lecturas de ida y vuelta de un proyecto
ganador entre el Metro de Medellín y Comfama titulado Palabras Rodantes, es
demasiado diciente. El poeta en su tumba debe agradecerlo; y por consiguiente
sus familiares y amigos.
El poeta pasaba su tiempo con la familia y escribía para 27
revistas en Colombia, Paris, México, Ecuador, etc. Además, de cubrir 18
programas radiales.
Obtuvo 12 premios nacionales e internacionales, contemos
algunos: Con PLEGARIA DESDE AMÉRICA, el III Festival Mundial de la Paz en
Berlín. Ese mismo poema, le otorgó el premio nacional GERMÁN SALDARRIAGA DEL
VALLE; pero su obra fue objeto de un homenaje nacional rendido por el gobierno
en 1986, justo el 23 de abril, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín por
el gran aporte realizado por el poeta a la literatura colombiana. Fue miembro
de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Real Academia española, año
1986.
Variada fue su producción literaria: Poesía, prosa,
periodismo, novela, teatro y literatura infantil. Lo buscaban para componer
himnos; tales como, el de Río Paila, el Cooperativismo y de municipios, etc.
También creó el concurso de cuento en 1985 llamado Jorge Zalamea, que luego se
llamaría Carlos Castro Saavedra. Algunos establecimientos educativos llevan su
nombre, en el Valle de Aburra, específicamente en el municipio de la Estrella
al sur de ese valle. Otro en Puerto Caldas Risaralda y muchos más. Publicó 37
libros de los cuales, 25 fueron de poesía, mencionemos: Elegía, Guerra,
Convocatoria u Oda a Colombia, etc., 9 de prosa, tales como: Caminos y
Montañas, Elogio de los Oficios,…, 2 de teatro: La Historia de un Jaulero o El
Trapecista Vestido de Rojo, 1 novela: Adán Ceniza, 88 cuadernillos en donde
está la literatura infantil: Los Zapatos del Diablo o La Niña de Trenzas
Verdes. Toda su obra giró hacia el amor, la patria, la familia, los próceres,
los desposeídos y la guerra.
Dirigió en 1959 el primer festival del libro de Colombia en
Bogotá. En 1961 en Medellín de donde era oriundo, dirigió el primer festival
del libro antioqueño.
Descolló también en el periodismo, escribiendo para El
Tiempo, El Mundo, El Colombiano, El Correo. En El Colombiano hizo famosa la
columna la “Voz del Viento” nombre que reservó para su finca en Rionegro Antioquia.
Como si esto fuera poco, se entretenía pintando. En el parque de Boston en Medellín
hay un busto del poeta y en la placa su poema CAMINO DE LA PATRIA.
Algunos poemas de su extensa obra:
DIOS
En el pan está Dios, en la colmena.
En el tallo, en la flor, en el aroma.
En el aire, en la luz, en la paloma.
En la sal, en la voz, en la azucena.
Está en el fruto que de miel se llena.
En el agua amorosa que se toma.
En la estrella que tiembla cuando asoma.
En la flauta que llora cuando suena.
Está en el nido oculto, está en la rama.
En la chispa, en la brasa, entre la
llama
que alimenta la lámpara del día.
Y sobre todo está en el corazón
que en el molino azul de la canción
muele su grano de melancolía.
CAMINO
DE LA PATRIA
Cuando se pueda andar por las aldeas
y los pueblos sin ángel de la guarda.
Cuando sean más claros los caminos
y ·brillen más las vidas que las armas.
Cuando los tejedores de sudarios
oigan llorar a Dios entre sus almas.
Cuando en el trigo nazcan amapolas
y nadie diga que la tierra sangra.
Cuando la sombra que hacen las banderas
sea una sombra honesta y no una charca.
Cuando la libertad entre a las casas
con el pan diario, con su hermosa carta.
Cuando la espada que usa la justicia
aunque desnuda se conserve casta.
Cuando reyes y siervos junto al fuego,
fuego sean de amor y de esperanza.
Cuando el vino excesivo se derrame
entre las copas viudas se reparta.
Cuando el pueblo se encuentre y con sus
manos
teja él mismo sus sueños y su manta.
Cuando de noche grupos de fusiles
no despierten al hijo con su habla.
Cuando al mirar la madre no se sienta
dolor en la mirada y en el alma.
Cuando en lugar de sangre en el campo
corran caballos, flores sobre el agua.
Cuando la paz recobre su paloma
y acudan los vecinos a mirarla.
Cuando el amor sacuda las cadenas
y le nazcan dos alas en la espalda.
Sólo en aquella hora podrá
el hombre decir que tiene patria.
MERECEMOS
EL DIA
Merecemos el pan, amada mía.
Merecemos el día.
Empieza a anochecer pero tu frente
es un sol permanente.
Empieza a anochecer pero mis manos
son dos tercos veranos.
Claros de trabajar hemos llegado
al crepúsculo honrado.
Una dulce fatiga nos murmura
que merecemos su dulzura,
y la noche nos paga la faena
con la moneda de la luna llena.
INÉS
Inés digo y mi boca se
convierte en azúcar
de manzana partida por la
luz del verano.
Decir esta palabra es como
adivinar
que está cantando un
pájaro en un árbol lejano.
Inés digo y mi labio se
convierte en abierta
flor de pétalos dulces
contra la madrugada.
Decir esta palabra es
soñar que está muerta
la tarde en el abismo de
la noche estrellada.
Inés digo y parece que mi
voz se quedara
temblando entre las redes
impalpables de un beso.
Decir esta palabra es como
si lograra
detener en el aire la
música de un rezo.
Cuando yo digo Inés olvido
los agravios
y de claros panales y
canciones me acuerdo.
Decir esta palabra es
apretar los labios
para intentar el acto de
besar un recuerdo.
Alzar las manos puras para
decir Inés
es caer en la sombra de un
árbol florecido.
Decir Inés, siquiera por
una sola vez,
es sentir en la rama del
corazón un nido.
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