Hablar de
Ricardo Miro, es hacerlo de la república
de Panamá; porque Ricardo, con gran calidad, expone lo que siente por su Nación,
en su magna poesía “Patria”, publicada en 1909.
Ricardo
nace, siendo en esa ocasión Estados Unidos de Colombia, en Panamá, el 5 de
noviembre de 1883 y fallece, en el mismo país, el 2 de marzo de 1940, cuando
estaba en toda su adultez y maduración a los 57 años.
Me he
preguntado muchas veces, ¿Por qué conocemos tanto la literatura de otros países
y no los de Panamá?, ¿qué pasa con la divulgación de los escritores Panameños o
con el arte de este país? La divulgación nacional e internacional les
corresponde a las autoridades nacionales, en apoyo con los centros culturales y
literarios de la nación. A veces también me cuestiono, ¿dónde está la universidad?,
le corresponde a los centros de estudios, para el caso la universidad, coadyuvar
a hacerlo.
Cuando de
paso para Colombia y Argentina, Rubén Darío, el poeta Nicaragüense, en 1907, Ricardo
le conoce. Cántico Primaveral tiene la presunción, de que la influencia que el
primero hace al segundo del modernismo, es ninguna (al menos directamente),
seguramente Ricardo ya había incursionado en el Modernismo y en el neo
romanticismo; porque, en 1909 Ricardo ya estaba editando la primera parte de su
cosecha poética, y en ese mismo año, escribió Patria, poema que es un canto
nacional, donde muestra su modernismo. Patria, es un poema de cuartetas con
ritma entrecruzada asonante (Una rima asonante es aquella que se produce entre palabras de diferentes versos en las que coinciden las vocales
acentuadas de cada sílaba a partir de la última vocal tónica. Es decir: hay una coincidencia parcial y se repiten únicamente las vocales).
Ricardo estudió en Bogotá en
el Colegio Mayor y regresó a Panamá, cuando estalló la guerra de los mil días
en 1899. Durante 10 años trabajó en El Heraldo del Istmo, revista en donde se
publicaron sus primeros versos.
En 1908 y en 1911 desempeñó
el cargo de Cónsul en Barcelona España. Su poema Patria es una composición
realizada fuera de su país, porque en este resalta la nostalgia sentida por
estar lejos de su tierra. Entre 1919 y 1927 fue director de la oficina de
Archivos Nacionales. Entre 1926 y 1940 fue secretario de la Academia Panameña
de la Lengua.
Su obra es amplia, aunque
vivió solamente 57 años:
1905: La Última Gaviota
1908: Preludios
1909: Patria
1916: Segundos Preludios
1918: A Portobello
1919: La Leyenda del
Pacífico
1922: Flor
de María
1925:
Versos Patrióticos y Recitaciones Escolares
1929:
Caminos Silenciosos; Poema de la Reencarnación
Solamente
en 1956, el escritor Mario Augusto Rodríguez, recopiló sus cuentos, que habían
sido conocidos en publicaciones de periódicos y revistas locales.
Fue poeta
y escritor, diplomático y empleado público. Es considerado como el poeta
nacional de Panamá, el cual lo comparte con Rogelio Sinán; modernista y neo romántico.
Dos años después de su muerte, se instauro el CONCURSO NACIONAL DE LITERATURA “RICARDO
MIRO”, para escritores panameños, residentes en o fuera del país y que compitan
con obras inéditas; aunque el concurso desapareció en 1945; con los buenos
oficios de Moisés Castillo, por decreto ley fue restablecido en 1946. En la
actualidad lo realiza el Instituto Nacional de Cultura de Panamá (Inac).
Patria
¡Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmo
donde es el mar más verde y es más vibrante el sol,
en mí resuena toda tu música, lo mismo
que el mar en la pequeña celda del caracol!
Revuelvo la mirada y a veces siento espanto
cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar...
¡Quizá nunca supiera que te quería tanto
si el Hado no dispone que atravesara el mar...!
La Patria es el recuerdo... Pedazos de la vida
envueltos en jirones de amor o de dolor,
la palma rumorosa, la música sabida,
el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor.
La Patria son los viejos senderos retorcidos
que el pie, desde la infancia, sin tregua recorrió,
en donde son los árboles antiguos conocidos
que al paso nos conversan de un tiempo que pasó.
En vez de estas soberbias torres con áurea flecha
en donde un sol cansado se viene a desmayar,
dejadme el viejo tronco donde escribí una fecha,
donde he robado un beso, donde aprendí a soñar.
¡Oh, mis vetustas torres queridas y lejanas;
yo siento las nostalgias de vuestro repicar!
He visto muchas torres, oí muchas campanas,
pero ninguna supo, ¡torres mías lejanas!,
cantar como vosotras, cantar y sollozar.
¡Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmo
donde es el mar más verde y es más vibrante el sol,
en mí resuena toda tu música, lo mismo
que el mar en la pequeña celda del caracol!
Revuelvo la mirada y a veces siento espanto
cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar...
¡Quizá nunca supiera que te quería tanto
si el Hado no dispone que atravesara el mar...!
La Patria es el recuerdo... Pedazos de la vida
envueltos en jirones de amor o de dolor,
la palma rumorosa, la música sabida,
el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor.
La Patria son los viejos senderos retorcidos
que el pie, desde la infancia, sin tregua recorrió,
en donde son los árboles antiguos conocidos
que al paso nos conversan de un tiempo que pasó.
En vez de estas soberbias torres con áurea flecha
en donde un sol cansado se viene a desmayar,
dejadme el viejo tronco donde escribí una fecha,
donde he robado un beso, donde aprendí a soñar.
¡Oh, mis vetustas torres queridas y lejanas;
yo siento las nostalgias de vuestro repicar!
He visto muchas torres, oí muchas campanas,
pero ninguna supo, ¡torres mías lejanas!,
cantar como vosotras, cantar y sollozar.
La Patria es el recuerdo... Pedazos de la vida
envueltos en jirones de amor o de dolor;
la palma rumorosa, la música sabida,
el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor.
¡Oh Patria tan pequeña que cabes toda entera
debajo de la sombra de nuestro pabellón:
quizás fuiste tan chica para que yo pudiera
llevarte toda entera dentro del corazón!
SONETO DEL
ATARDECER
Desde que vi tu diáfano pañuelo
mandándome un adiós tengo una pena
tan callada, tan mía, tan serena,
que ya más que una pena es un consuelo.
Miro al azul, y me entristece el cielo;
miro hacia el mar, y el mismo mar me apena,
y hasta la luna, para mi tan buena,
hoy agrava mi sordo desconsuelo;
porque viendo el azul quiero ser ave;
porque viendo hacia el mar quiero ser nave
e ir hacia ti, movido por las brisas;
porque miro a la luna y se que ahora
pone en tu blanca frente soñadora
la más pura de todas sus sonrisas.
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