¡Bendito Dios! Como me
has puesto sobre la tierra.
Un ser sagrado a tu
semejanza me has dotado
y Tu espíritu a mi alma
a circundado,
haciéndome sentir
caricias como de brisa tierna.
Me instas a transcender
las creencias que he adoptado,
para orientar en
introspección al yo interno.
Guías mi vida, como la madre
al niño, con amor sereno,
haciéndome sentir, de la
Conciencia Superior, embelesado.
Para alcanzarte ¡oh Dios
mío!, Señor del cielo y de la tierra,
debo purgar mi ego
cascándole en la piedra de la vida,
haciendo germinar el yo
sublime para irradiar conciencia
y transmitirla a todos
los habitantes del planeta.
Es la forma sutil como
deseas, ¡Padre Dios! arrobarme,
para que en oración
pueda yo, de tu bondad, extasiarme.
26 de Noviembre de 2001
La semana pasada hablamos del sentido de la trascendentalidad, de la búsqueda de sentido más, este poema es una expresión de esos vasos comunicantes que nos ayudan a entender la vida. Este poema habla más de tu estado, que de otra cosa, aceptar los designios de Dios, requiere algo más que inteligencia. CESAR BUSTAMANTE
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