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sábado, 12 de marzo de 2011

ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS


Nace en Curití (Santander) en 1865 y muere en Bogotá en 1938.
Diplomático, escritor, periodista y poeta. Estudió en el seminario conciliar de la capital, y en la universidad católica estudió jurisprudencia, graduándose como abogado.
En su natal Santander fundó el periódico El Impulso (1887); y fue director de La República y El Eco. Dueño de El Nuevo Tiempo desde el cual desarrolló su labor periodística durante aproximadamente treinta años.
Secretario del Concejo Municipal de Bucaramanga, diputado a asambleas departamentales, concejal de Bogotá, representante a la Cámara, Ministro de Correos y Telégrafos en la presidencia de Miguel Abadía Méndez, inspector de cedulación en Boyacá. Coronel en la guerra civil de 1895. Como diplomático representó a Colombia en Caracas, en Chile, en París, en Ecuador y en Panamá.
En 1989 fue profesor de la escuela de artes y oficios de Bucaramanga y director de instrucción pública.
Publicó: En Caracas, su primer libro de versos en 1897; en Bogotá, cien poesías en 1911; en París, traducciones poéticas en 1926; en Quito, antología poética en 1932; también se distinguió por sus múltiples traducciones del francés.
De su basta obra podemos mencionar los siguientes poemas: A Solas, Inmortalidad, El Trapiche, Fugitiva, El poeta Bohemio, Romanza antigua, Paisaje, La Balada del Regreso, Noche de invierno, La Canción del Otoño, Su Corsé, El Baño, El Virrey

SU CORSÉ

Corrido el cortinaje,
desde el balcón de enfrente vi su cuarto,
el cuarto de la virgen, que mi sueño
arrulla en las mañanas con su canto.

Jarrones de Sajonia descansaban
sobre consola de bruñido mármol;
y del sol que moría
sus postrimeros rayos
hacían resaltar en la penumbra
las doradas molduras de los cuadros,
las lámparas de bronce,
los ricos muebles de nogal tallado,
y sobre el muro de color de oro
los brillantes espejos venecianos.

Y en un rojo sillón, que parecía
a su dueña esperar medio borrado
por la naciente sombra,
se veía un corsé de blanco raso.

Y pensé entonces en las frentes pálidas,
y en los risueños labios,
en los azules ojos
y en los cabellos áureos,
en las cinturas breves
y en los ebúrneos brazos;
en el velo flotante de las novias
y de las niñas en los sueños castos,
en las vírgenes carnes sonrosadas
y en los púdicos senos de alabastro.

¡Quién fuera su corsé, me dije entonces,
quién fuera su corsé de blanco raso,
para saber si late,
si late aún su corazón ingrato!

1 comentario:

  1. Como nos cuesta la ausencia de tus poemas, sabemos lo dificil de mantener un blog de este tipo, la inspiración no se compra en los supermecados. Estaremos pendientes mi querido poeta.
    Cesar

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