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sábado, 8 de octubre de 2011

GUILLERMO VALENCIA CASTILLO


Poeta y político Colombiano, Popayanes, nacido en 1873 y muerto en 1943. Modernista, conservador, de ascendencia española y acaudalada. Hijo de Joaquín Valencia Quijano y Adelaida Castillo Silva. Quedó huérfano a los diez años de edad. Por ayuda de su hermano mayor estudió en el colegio de San José De La Salle en Medellín. Luego, Estudió en el seminario de Popayán y Filosofía y Letras en la Universidad del Cauca.

Educado por sacerdotes franceses, quienes le enseñaron griego, latín y francés, lo cual le permitió conocer los clásicos de la literatura universal. De esa cultura clásica surgió su primera tendencia poética, denominada parnasianismo, que encabezan los antiguos escritores griegos y latinos.

Contrajo matrimonio con Josefina Muñoz Muñoz, payanesa, con quien tuvo cinco hijos, entre los que destacaron Guillermo León, que fue Presidente de Colombia, y Josefina, primera mujer en ocupar un ministerio y una gobernación en la historia del país.

La ley 80 de 1943 declaró monumento nacional la amplia casona donde vivió y murió, hoy denominada MUSEO NACIONAL GUILLERMO VALENCIA, y en cuyo panteón reposan los restos mortales del Maestro.

A los 21 años fue secretario de hacienda en el cauca y a los 23 años ingresó a la política. Fue diplomático en Suiza, Francia y Alemania; participó de las misiones diplomáticas en Brasil, Chile y Perú. Jefe civil en el Cauca y gobernador del departamento; senador de la república; candidato dos veces a la presidencia del país, derrotado ambas veces. Gran orador, político discutido y discutible y excelente poeta.

En la poesía se le reconocen tres etapas: En la primera se orientó hacia el parnasianismo, en la segunda el simbolismo francés y en la tercera el modernismo. Su poesía, aún siendo musical y plástica, es fría pero elegante. Entre 1896 y 1898 compuso su libro original de versos “Ritos”. En 1952 se publicó su obra poética completa. Antes en 1929 se había publicado “Catay” poemas chinos, traducidos al español en prosa francesa.

Entre sus mejores poemas se encuentra, “Los Crucificados”, “Anarcos”, “Hay un Instante”, “San Antonio y el Centauro”, “Job” (soneto a la muerte de su esposa), “La Parábola del Foso”, “Mis Votos”, “Post Bellum”, “Canto a Popayán” (su poema más popular), etc.

Fue amigo de Baldomero Sanín Cano y de Alfredo Buess; además de hacerse partícipe en el grupo de “La Gruta Simbólica” (grupo literario de la época).

En 1898 deja el congreso y viaja a París como secretario de la legación Colombiana ante Alemania, Francia y Suiza, dirigida por el embajador, general Rafael Reyes. Allí conoce a Rubén Darío (poeta Nicaragüense) y se hace amigo de éste.

El poeta y crítico literario Rogelio Echavarría, describe a Valencia, “Este aristocrático – por sangre y cultura – hijo epónimo de Popayán y su blasón más deslumbrante, es sin embargo uno de los más discutidos poetas hispanoamericanos, desde sus primeros “Ritos” (nombre de su entera obra poética personal) hasta las páginas de su madurez en las cuales se destacan sus formidables discursos y sus afanadas traducciones de Goethe, Víctor Hugo, Baudelaire, Mallarmé, Oscar Wilde, D’Anunzio, Verlaine, Maeterlinck, Flaubert, Stefan, George, entre otros. Su obra poética fue originalmente publicada así: Poesías, Bogotá, 1898; Ritos, Bogotá, 1899; Londres, 1940; Sus Mejores Poemas, Madrid, 1926; Catay, poemas orientales, Bogotá, 1929; Obra Poética Completa, Madrid, 1948; Antología, compilación de Germán Espinosa, 1989, y muchas – incontables – ediciones. La polémica sobre la vigencia de su obra no se cierra; mientras otros tratan de reivindicarla con calor tardío”.

A LA MEMORIA DE JOSEFINA
I
De lo que fue un amor, una dulzura
sin par, hecha de ensueño y de alegría,
sólo ha quedado la ceniza fría
que retiene esta pálida envoltura.

La orquídea de fantástica hermosura,
la mariposa en su policromía
rindieron su fragancia y gallardía
al hado que fijó mi desventura.

Sobre el olvido mi recuerdo impera;
de su sepulcro mi dolor la arranca;
mi fe la cita, mi pasión la espera,

y la vuelvo a la luz, con esa franca
sonrisa matinal de primavera:
¡Noble, modesta, cariñosa y blanca!

II
Que te amé sin rival, tú lo supiste
y lo sabe el Señor; nunca se liga
la errátil hiedra a la floresta amiga
como se unió tu ser a mi alma triste.

En mi memoria tu vivir persiste
con el dulce rumor de una cantiga,
y la nostalgia de tu amor mitiga
mi duelo, que al olvido se resiste.

Diáfano manantial que no se agota,
vives en mí, y a mi aridez austera
tu frescura se mezcla gota a gota.

Tú fuiste a mi desierto la palmera,
a mi piélago amargo, la gaviota,
¡y sólo morirás cuando yo muera!

1 comentario:

  1. Guillermo Valencia fue un poeta nacional que terminó repudiado gracias a los avatares de la política y de un pueblo que quiso pasó olvidarlo con un resentimiento inexplicable. German Espinosa, tiene un excelente ensayo sobre este poeta, que indadablemente debe estar en cualquier antología de poesía Colombiana. Nadie recuerda su labor como traductor. Esta es una clave que deberá siempre tenerse en cuenta. CESAR BUSTAMANTE

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