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sábado, 11 de diciembre de 2010

DIEGO FALLON


Nace en Santa Ana, hoy Falán (en su honor) en el departamento de Tolima Colombia en 1834 y fallece en Bogotá en 1905. De madre Colombiana y padre Irlandés. Ingeniero no practicante especializado en ferrocarriles y educado en Londres. Docente en idiomas: español, latín, inglés, italiano y francés; matemáticas, estética y música.
Creó en 1885 El Arte de Leer, Escribir y Dictar música. Se conocen las composiciones: La Loca y La Vanguardia.
Traduce para clarinete, violín, pistón (Llave en forma de émbolo que tienen diversos instrumentos musicales de viento), bandola y piano: La Norma, El Trovador, La Traviata, etc.
Se quiso consagrar a la vida religiosa, pero no fue aceptado; más sin embargo, sus poemas se orientan hacia este género.
Su obra principal: La Luna, poema que disfrutaremos en el blog. Otras obras entre muchas: Reminiscencias, las Rocas de Suesca, a la Palma del Desierto, A una Naranja, etc.

LA LUNA

Ya del Oriente en el confín profundo
La Luna aparta el nebuloso velo,
Y leve sienta en el dormido mundo
Su casto pie con virginal recelo.

Absorta allí la inmensidad saluda,
Su faz humilde al cielo levantada;
Y el hondo azul con elocuencia muda
Orbes sin fin ofrece a su mirada.

Un lucero no más lleva por guía,
Por himno funeral silencio santo,
Por solo rumbo la región vacía,
Y la insondable soledad por manto.

¡Cuán bella, oh Luna, a lo alto del espacio
Por el turquí del éter lenta subes,
Con ricas tintas de ópalo y topacio
Franjando en torno tu dosel de nubes!

Cubre tu marcha grupo silencioso
De rizos copos, que tu lumbre tiñe;
Y de la noche el iris vaporoso
La regia pompa de tu trono ciñe.

De allí desciende tu callada lumbre
Y en argentinas gasas se despliega
De la nevada sierra por la cumbre,
Y por los senos de la umbrosa vega.

Con sesgo rayo por la falda oscura
A largo trechos el follaje tocas,
Y tu albo resplandor sobre la altura
En mármol torna las desnudas rocas;

O al pie del cerro do la roza humea,
Con el matiz de la azucena bañas
El campanario blanco de la aldea
En su nido de sauces y cabañas.

Sierpes de plata el valle recorriendo,
Vense a tu luz las fuentes y los ríos,
En sus brillantes roscas envolviendo
Prados, florestas, chozas y plantíos.

Y yo en tu lumbre difundido, oh luna,
Vuelvo al través de solitarias breñas
A los lejanos valles, do en su cuna
De umbrosos bosques y encumbradas peñas,

El lago del desierto reverbera,
Adormecido, nítido, sereno,
Sus montañas pintando en la ribera,
Y el lujo de los cielos en su seno.

Oh! y estas son sus mágicas regiones,
Donde la humana voz jamás se escucha,
Laberintos de selvas y peñones
En que tu rayo con las sombras lucha;

Porque las sombras odian tu mirada;
Hijas del caos, por el mundo errantes;
Náufragos restos de la antigua Nada,
Que en el mar de la luz vagan flotantes.

Tu lumbre, empero, entre el vapor fulgura,
Luce del cerro en la áspera pendiente;
Y a trechos ilumina en la espesura,
El ímpetu salvaje del torrente;

En luminosas perlas se liquida
Cuando en la espuma del raudal retoza;
O con la fuente llora que perdida
Entre la oscura soledad solloza.

En la mansión oculta de las Ninfas
Hendiendo el bosque a penetrar alcanza,
Y alumbra al pie de despeñadas linfas
De las Ondinas la nocturna danza.

A tu mirada suspendido el viento,
Ni árbol ni flor en el desierto agita:
No hay en los seres voz ni movimiento;
El corazón del mundo no palpita...

Se acerca el centinela de la muerte:
¡Hé aquí el silencio! Sólo en su presencia
Su propia desnudez el alma advierte,
Su propia voz escucha la conciencia.

Y pienso aún y con pavor medito
Que del silencio la insondable calma
De los sepulcros es tremendo grito
Que no oye el cuerpo y estremece el alma.

Y a su muda señal la fantasía
Rasgando altiva su mortal sudario
Del infinito a la extensión sombría
Remonta audaz el vuelo solitario.

Hasta el confín de los espacios hiende,
Y desde allí contempla arrebatada
El piélago de mundos que se extiende
Por el callado abismo de la Nada!...

El que vistió de nieve la alta sierra,
De oscuridad las selvas seculares,
De hielo el polo, de verdor la tierra
Y de hondo azul los cielos y los mares,

Echó también sobre tu faz un velo,
Templando tu fulgor para que el hombre
Pueda los orbes numerar del cielo,
¡Tiemble ante Dios y su poder le asombre!

Cruzo perdido el vasto firmamento,
A sumergirme torno entre mí mismo;
¡Y se pierde otra vez mi pensamiento
De mi propia existencia en el abismo!

Delirios siento que mi mente aterran...
Los Andes a lo lejos enlutados
Pienso que son las tumbas do se encierran
Las cenizas de mundos ya juzgados...

El último lucero en el Levante
Asoma, y triste tu partida llora:
Cayó de tu diadema ese diamante,
Y adornará la frente de la aurora.

¡Oh Luna, adiós! Quisiera en mi despecho
El vil lenguaje maldecir del hombre,
Que tantas emociones en su pecho
Deja que broten y les niega un nombre.

Se agita mi alma, desespera y gime,
Sintiéndose en la carne prisionera;
Recuerda al verte su misión sublime,
Y el frágil polvo sacudir quisiera.

Mas si del polvo libre se lanzara
Esta que siento, imagen de Dios mismo,
Para tender su vuelo no bastara
Del firmamento el infinito abismo;

Porque esos astros, cuya luz desmaya,
Ante el brillo del alma, hija del Cielo,
No son siquiera arenas de la playa
Del mar que se abre a su futuro vuelo.

sábado, 4 de diciembre de 2010

EL ARPA DE DAVID


Oh tonada que escucho! dejo de susurrar...
Lejana, triste, melodiosa y despierta;
Similar, como cuando se hace musitar
afable Zarzuela, compuesta por Arrieta.

Deleita el espíritu alegres notas,
Sutil combinación con talentoso ritmo:
¡Cuantas animosas y dramáticas prosas!
Otras veces, ¡cantos con sin igual estilo!

Se escuchan: la flauta, el clarín y el helicón
y la entonación de acento poético.
Suenan el tambor, la guitarra y el bajón

y dulzura del violín despierta el eco:
de la flauta de pan apenas a percibir,
la lira de Orfeo y el arpa de David.


29 de Abril de 1990

sábado, 27 de noviembre de 2010

ARTURO CAMACHO RAMÍREZ


Nace en Ibagué Colombia el 28 de octubre de 1910, en principio se orienta por la carrera de Leyes en la Universidad Nacional de Colombia, luego abandona y se dedica a las letras. La combinó con labores de publicidad, periodismo, cargos administrativos y diplomáticos.
Su producción poética comienza con Espejo de Náufragos en 1935; en 1939 se publican Presagio de Amor, Cuadernos de Piedra y Cielo y Cándida Inerte. En ese mismo año conoce a Olga Castaño Castillo con quien se esposa en el año 1946. Le dedica en 1943 su obra Luna de Arena, obra de Teatro difundida ampliamente por la radio y la televisión nacional. En 1945 publicó Oda a Carlos Baudelaire.
Bohemio de humor chispeante, rápido en las respuestas y de una sonora carcajada. Perteneció a la tertulia del Café Automático en compañía entre otros con León de Greiff, Hernando Téllez, Hernán Merino animadores de tardes Bogotanas con debates literarios.
Muere en Bogotá el 24 de octubre de 1982 y en 1986 Procultura en homenaje póstumo edita su obra completa.
Cántico primaveral seleccionó:

Nada es mayor

Nada es mayor que tú: sólo la rosa
tiene tu edad suspensa, ilimitada:
eres la primavera deseada,
sin ser la primavera ni la rosa.

Vago espejo de amor donde la rosa
inaugura su forma deseada,
absorta, inmensa, pura, ilimitada,
imagen, sí, pero sin ser la rosa.

Bajo tu piel de nube marinera,
luz girante tu sangre silenciosa
despliega su escarlata arborecida.

Nada es mayor que tú, rosa y no rosa,
primavera sin ser la primavera:
arpegio en la garganta de la vida.

sábado, 20 de noviembre de 2010

VIBRACION FLAMANTE


Hálame ¡Oh vida! Por siempre y para siempre,
Que pueda yo sentir la alegría de este universo,
En este tan amado paso que me ha tocado vivir
Y que escrutándole ha sido todo un embeleso.

Me siento tan seguro y me creo tan eterno,
Que agradezco poder ser yo en este orbe,
Podría no haberlo sido y por tal, no existir;
Más sin embargo, en la vida estoy conforme.

No se de dónde vine ni para dónde voy;
Pero se que tengo una energía transformante,
Que hacia algún lado tendrá que encausarse,

Cuando su envoltura regrese al suelo
De donde irguió un día: Vibración flamante,
Para volver lentamente a adormitarse.

Medellín, 11 de noviembre de 2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

ENRIQUE ALVAREZ HENAO


Nace en Bogotá el 29 de noviembre de 1871 y muere en la misma ciudad el 20 de julio de 1914. El Filólogo crítico literario, historiador de la Literatura Española y Cervantista, Julio Cejador y Frauca le apodó como “el poeta del desengaño”, también dijo de él “escribe con soltura y donaire, con cierta sonrisa en los labios al contemplar la vanidad de todo, pues todo pasa”. Enrique publicó un libro de poesías en Barcelona e hizo parte de la llamada “Gruta Simbólica”. Algunas obras: Los tres ladrones, Gota de agua, La carcajada del diablo, la abeja, Arpegio (Dolorita), Ateísmo (Dolorita), etc. Cantico primaveral ha seleccionado dos hermosos poemas del vate:


ATEISMO
(Dolorita)

Le pusiste tan raros pareceres
A nuestro mutuo amor, que, según veo,
De tus labios me he vuelto tan ateo
Que si acaso me juras que aún me quieres,
Juro que, aunque me quieras, no te creo.


LA ABEJA

Miniatura del bosque soberano,
Y consentida del vergel y el viento,
Los campos cruza en busca del sustento,
Sin perder nunca el colmenar lejano.

De aquí a la cumbre, de la cumbre al llano,
Siempre en ágil, continuo movimiento,
Va y torna, como lo hace el pensamiento
En la colmena del cerebro humano.

Lo que saca del cáliz de las flores,
Lo conduce a su celda reducida,
Y sigue sin descanso sus labores,

Sin saber, ¡ah! Que en su vaivén incierto
Lleva la miel para la amarga vida
Y el blanco cirio para el pobre muerto.

sábado, 23 de octubre de 2010

CLIMACO SOTO BORDA


Bogotá (1870-1919), integrante de la Gruta Simbólica. Aprendió a tocar instrumentos de cuerdas para amenizar las tertulias bohémicas. De bigote grande y espeso, nariz firme y corva, ojos lánguidos, voz apagada.

Periodista, novelista, versificador, cuentista, improvisador, comentarista cotidiano, buen conversador y animador de intelectuales. Autodidacta.

Era tan díscolo, humorísticamente hablando, que se creía que no asistió a ningún colegio porque le era difícil conservar disciplina alguna.

Se inicia como periodista en los diarios como La Esfinge, El Telegrama, El Porvenir, Rayos X, Oriente, el Sol y la Barra; algunos fundados por iniciativa de el mismo

En 1897 se publica “Siluetas Parlamentarias”: Colección de anécdotas, chistes y sátiras de la política y políticos capitalinos; en 1898 “Chispazos de Cástor y Pólux”: Ocurrencias de Clímaco y Jorge Pombo; se publicó en Medellín colección de poemas “Polvo y Ceniza” en 1906; “Salpique de Versos” en Bogotá en 1912 por Enrique Alvarez Henao.

Durante la guerra de los mil días, escribe la novela “Diana Cazadora” y se publica en 1915 en Bogotá. Es la historia dramática de un joven aristocrático que es aniquilado moral y físicamente por una prostituta. Drama irónico y burlesco, como lo sabe hacer Clímaco que era crítico social.

Tan excelente en su vida de vate y tan olvidado en la literatura Colombiana. Recordémosle:

EL ÚLTIMO AMIGO

A la luz de una vela lee el anciano
Su querido Quijote, aquel testigo
De sus años alegres y el amigo
De su vejez más firme y más cercano.

Vuelve las hojas con temblorosa mano
Que saca de los pliegues de su abrigo,
Y al entrar juguetón por el postigo
Retoza el aire en su cabello cano.

En la sumida boca, sin un diente,
Una infantil sonrisa se remeda.
Inclina el viejo la rugosa frente…

Se le cierran los párpados… Se queda
Dormido… y por sus piernas, lentamente,
La carcajada de los siglos rueda.

SENDEROS PRIMAVERALES

  Fuente Escondida Iba recorriendo senderos primaverales una tarde florida… Cuando en una fuente escondida hallé, en ensortijados de e...