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sábado, 14 de agosto de 2010

OTREDAD


Estoy andando por un camino
Que al nacer, el destino otorgó.
Buscando éxito peregrino
Aférreme a lo que me dotó

Mi bella amada naturaleza.
Ella consintió suerte y sino
Sobre mi vida en fortaleza,
Edificando todo destino.

Y me intereso a todo el bien,
Camino espinoso de por sí,
Alejado de la obscuridad.

Alegría en al alma también
Tarareado en nota de si,
Por alma y Jesús en otredad.

Medellín, 09 de agosto de 2010

sábado, 7 de agosto de 2010

JORGE ISAACS


De los grandes escritores colombianos, nacido en Cali, Colombia, en 1837, hijo de un judío inglés de Jamaica, y de madre criolla. Estudió en Bogotá.
Autor de la mejor novela romántica hispanoamericana del siglo XIX, "María", publicada en 1867. Excelente poeta. Director de un periódico liberal en 1875.
Intervino en partidos políticos y luchas internas; primero desde el conservatísmo, luego como liberal.
Falleció en Ibagué en 1895.
Su obra pletórica de sensibilidad, ardiente e idealista; plasma los sentimientos y posturas del romanticismo literario de la época. La naturaleza también está utilizada con el lirismo subjetivo propio de este movimiento artístico. Poeta y novelista del Valle del Cauca.
Entre su numerosos poemas, mencionemos algunos: La Vuelta del Recluta, ¿Soñé?, La Tumba de Belisario, Felisa, Olvido, Colombia, Ten Piedad de mí, Las Hadas, etc. Para conocer más sobre este magnifico autor Colombiano, remitámonos al blog:http://ludimia.blogspot.com/
y luego Ludiquemos el soneto:

¿SOÑÉ?

He soñado feliz que a tu morada
Llevóme en alta noche amor vehemente:
Creí aspirar el delicioso ambiente
De moribunda lámpara velada:

Sobre muelles cojines reclinada,
Dormir fingías voluptuosamente,
La cabellera de ébano luciente
Sobre el níveo ropaje destrenzada.

Trémulo de emoción, tus labios rojos
Oprimí con mis labios abrasados…
Pudorosa y amante sonreíste;

¡No bajes, por piedad, los dulces ojos;
Brillen por el placer iluminados
Haciendo alegre mi existencia triste!

sábado, 31 de julio de 2010

CANTICO


Cántico:
Sonido que va dejando la huella de una canción.
Voz que irrumpe la celeste eternidad
En vocalización ya de alegría u otra manifestación.
Tarareo entre dientes sin articular palabra.
Canturreo que eleva al ánimo hasta la vastedad.
Gorjeo que enamora el tiempo vesperal
En entonación, cual melodía de alfaguara.

Cántico:
Canción de amor, canto de enamorar con devoción.
Copla ligera embriagadora de parrandas populares.
Trova, canción amorosa que ensalza la emoción.
Tonada, tonadilla con ese dejo de ánimo transitorio,
Que al himno estampas amor en sus vagares.
Romanza, sencilla y tierna, a modo instrumental
En cantiga… Cual nostálgico cántico suplicatorio.

Medellín, 9 de enero de 2009

sábado, 24 de julio de 2010

ENRIQUE ALVAREZ BONILLA


Abogado, político, escritor y educador nacido en Moniquirá Boyacá Colombia, año de 1848. Nombrado secretario de Instrucción Pública (1886) y encargado del despacho de Fomento durante el gobierno de Núñez. Célebre por ser Gobernador de Cundinamarca y ministro de Instrucción Pública (1903)en el gobierno de Marroquín. Dada su formación e ilustración fue director de la Academia Colombiana de la Lengua y tradujo a grandes figuras de la literatura universal tales como:
Milton, Byron y Racine, entre otros. Muere en la ciudad de Bogotá en 1913.
Una de sus obras más importantes engalana la literatura Colombiana:


LA SEPULTURA DEL MONTAÑES

Del camino a la orilla entre malezas,
Sin más señal que una imperfecta cruz,
Hijo de la ignorancia y la miseria,
Duermes el sueño de la muerte tú.

No hay inscripción: No sé cuál fue tu nombre;
Tampoco hay flores: No dejaste amor;
Sólo te canta el ave de tu bosque;
Sólo protege tu reposo Dios.

El viajero nocturno se santigua
Al pasar, y murmura una oración;
Que si respeto inspira toda tumba,
La abandonada les inspira horror.

Dejaron a tu lado la camilla
En que tu último aliento se exhaló,
Signo de tu pobreza y tu agonía,
Mudo testigo de tu gran dolor.

Dicen que oyen de noche hondos gemidos,
Y que la sombra ven del montañés.
Di: ¿Lamentas hallarte en este asilo?
¿De los inmortales lloras el desdén?

Óyeme: He visto túmulos lujosos,
Perfumados de rosas y azahar,
Y en que el mármol compite con el oro
Y suaves sombras los cipreses dan;


Y no ha sentido mi alma esta ternura,
Este respeto que ha sentido aquí:
Allá se admira el lujo de las tumbas;
Aquí se piensa en el incierto fin.

¿Bajo el oro y el mármol no hay gusanos?
¿A qué disimular la realidad?
¡Con la nada también nos engañamos!
¡Allá también llevamos el disfraz!
Oye: El Dios - Hombre, que murió humillado
Y entre odios y desprecios y baldón,
Ama los corazones ignorados
Que en silencio devoran su dolor.

Humilde montañés;
No te vela la sombra de un amor:
Lo cantarán las aves de tu bosque;
¡Protegerá tu sepultura Dios!

sábado, 17 de julio de 2010

VOLVI A NACER


A veces tanta nostalgia que se siente,
Tanto dolor tanta angustia tanta desolación;
Tanto dejo como por desfallecer… ¡No sé!,
Como de un estado en donde no se desea seguir,
Sino quietud. Pero, un rumbo inverosímil
Que no da el punto de la desalación.

Eso siento hoy, lo siento con amor profundo;
Como con un vacío que envuelve todo mi ser
Y me lleva a enternecer en el rotundo olvido.
Ya no quisiera continuar andando el sendero
Que me propuse un día trasegar; estático
Es mi deseo de estar. ¿Para qué el coser,

Del día tras día, semana tras semana,
Año tras año; y así por todo el tiempo
De la edad que nos toca vivir? Y ¿para qué
Seguir soñando en amables momentos,
Dando todo de sí, para ser alegres?
Para qué forzarme si mi ánimo cayó su tempo.

Dolor ¡inmenso dolor! De no tener nada.
Nada de aquello que en lo terreno nos hace fuertes,
Pero… Mi alma me reprocha con sin igual tesón,
Ella lo sabe; no, ella siente el dolor de mi corazón
Y sabe que en la profundidad de mi ser, hay amor,
Amor desinteresado, más que algunas suertes.

¡Eso es lo que me da ánimo para seguir la lucha!
Sino ¡Qué carajo! Todo se tiraría por la borda.
Cuando se hace bien, eres la persona buena;
Cuando lo haces regular, te llega el reproche
Y cuando lo haces mal, viene la reprimenda.
No hay tiempo, es como reparto de corda.

Aún así, estamos aquí para cumplir la misión.
No soy yo el dueño de mi vida, lo es Dios
Y sí Él, me ha detenido, es porque lo debo cumplir,
Entonces por qué angustiarme. Eso es un don
Que el creador me prodiga para continuar la senda
Sin refunfuñar. Al mal tiempo y al agravio adiós.

Volví a mi estado normal de ánimo, volví a el;
Después de hacer catarsis sobre mi dolor.
Es que haciéndome fuerte, la lucha es suave
Y el trasegar amable y todo alrededor
Es de un tinte embellecedor como los pétalos
De flores, de bellos colores, en todo su tenor.

Volví a nacer.

Medellín, 5 de abril de 2010

sábado, 10 de julio de 2010

LA VIA DOLOROSA


"Carlos Villafañe reveló, en parte, en 1944, al periodista palmirano, Gregorio Hernández Saavedra, la historia romántica que le indujo a escribir, a fines del siglo pasado XIX, su poema “La vía dolorosa”, considerado por los grandes de la literatura, como la mejor expresión sentimental escrita por el ilustre vallecaucano."
“ . . . Carlos como violentándose a si mismo empieza el doliente relato:
Hace ya tanto tiempo! Sin embargo, parece que hubiese sido ayer. Yo vivía en Bogotá por allá en las postrimerías del siglo. Era joven y lleno de esperanzas. La vida entonces no tenía estas complicaciones de ahora. Una vez la encontré. Blanca, linda, tan sencilla, tan buena! Se metió en mi corazón sin que yo pudiera sacarla de ahí. Pasaron los días, los meses y los años. El asedio permanente, el ataque sin cuartel que le di con las armas de mi plena juventud, triunfó al fin. La plaza se rindió.
Y fuimos muy felices. Habitábamos una casita situada entre Santa Bárbara y Belén. La vida era una mañana primaveral. Había sido tan largo y permanente el asedio y tan heroico su sacrificio, que era menester cuidar la flor para que no se marchitara. Para que el triunfo no fuera pírrico.
. . .La felicidad nos dejó entrever la aproximación del renuevo. Todo estaba listo para el trance supremo que los médicos amigos habían anunciado que se produciría difícil y con grande peligro. Sin embargo la luz de la fe, iluminaba aunque tenue el amado recinto. El corazón como el náufrago, se agarra esperanzado a la tabla de salvación que flota en el oleaje, y no la suelta.
Tarde en la noche, bajo una llovizna helada que en Bogotá azota el rostro simulando briznas de vidrio que nos hiere la piel, me fui en busca del médico. En ese tiempo no había automóviles, ni calles pavimentadas. Los minutos adquirían la longitud de los siglos. El cruce de cada boca calle me producía algo así como el toque de una corriente eléctrica. La ansiedad ponía sobre mi frente afiebrada raudales de sudor ardiente que se tornaban gélidos al contacto con las rachas de frio que se precipitaban por las calles de la ciudad dormida a la luz de los faroles...
Cuando regresé con el médico a la casita donde la dejara breves horas antes acompañada de una buena mujer, acababa de morir!
Para que contarle lo que siguió… Yo mismo la amortajé y cumplí con el alma desgarrada la misión funeral.
Cuando amaneció, muy temprano, y tratando de ocultar mí dolor y mí tragedia por las callejuelas menos transitadas de Bogotá, la conduje al cementerio acompañado por Víctor M. Londoño, Martínez Rivas y un amigo vallecaucano. Sin carro mortuorio y sin más oraciones que las que musitábamos los cuatro enterradores por cuyos rostros bohemios se descolgaban las lágrimas en puntillas silenciosas y salobres. . .
Esa amargura quedó traducida en el soneto que Carlos Villafañe escribió poco después para que el alma popular lo esculpiera, así burilado por la pena del bardo, en el mármol de la perennidad.”
Tomado de: “El Valle en la nación”, número 140, julio de 1965, pág. 17-18."


I

Yo mismo la enterré... Yo mismo un día
cerre sus ojos a la luz terrena
y enjuqué de su frente de azucena
el trágico sudor de la agonía.

Es un recuerdo blando: Todavía
la nombro en el silencio de mi pena;
descanse en el Señor... Si era tan buena!
duerma en mi corazón... si era tan mía!

Ojos y boca y manos ilusorias,
todo bajo las sábanas mortuorias
quedó como una lámpara extinguida,

y yo, de mi locura bajo el peso,
le dejé el alma en el dolor de un beso
y a duras penas me quedó la vida!

II

Ojos como dos claros madrigales
que abrieron en mi ser profundas huellas;
suaves a veces como dos estrellas
y a veces fieros como dos puñales.

Labios en flor, inolvidable acento
que fue para mi ensueño peregrino
como el agua de Dios que da al sediento
de beber en las vueltas del camino.

Todo bajo la sombra y el misterio
de un árbol, en la paz del cementerio,
fúnebre playa del eterno río...

Pensad en el desangre de mi herida
y decid si hay dolor en esta vida
que en algo pueda compararse el mío.

sábado, 3 de julio de 2010

SUAVE TRINAR


Una bella mañana soleada y sin brisa
salí al balcón porque escuché un trinar;
como exhalación volaron de prisa
dos aves que entretenían, con melodioso piar.

Observé que en un colgante cuerno frondoso
un nido entre sus hojas se entretegía,
y dos huevos posaban en el piso ondoso:
cual aves a nacer, sí cascarón crujía.

Las aves padres gorjeando regresaron,
y en el fondo del nido la pajara se posó,
chasquido se oyó, y par de aves aparació,

¡huy...! y se aumentó el clan familiar.
Los pájaros vinieron anidaron y volaron
a otros lares: Amenizar con su suave trinar.

24 de mayo de 2009

SENDEROS PRIMAVERALES

  Fuente Escondida Iba recorriendo senderos primaverales una tarde florida… Cuando en una fuente escondida hallé, en ensortijados de e...